miércoles, 3 de octubre de 2012

Video de violencia inusitada entre ultras del Sporting de Gijón y Génova. Causa archivada por el juzgado.



El mundo del fútbol (deporte "rey") en la práctica totalidad del globo terraqueo (salvo EEUU), lleva muchos años padeciendo varias lacras:


  • la elevación de un mero deporte a rango de "religión", algo que, de cara al espectador no es más que un juego, y que para otros es su forma de vida y su forma de hacer negocios. El hecho de que sea seguido por un número tan importante de personas lo hace ser utilizado de forma interesada por políticos y/o empresarios. Este punto es fundamental, porque es origen y sustento de los que vienen a continuación.
  • una continua e ineficiente y/o negligente gestión, mediante la cual, personas han intentado e intentan aprovechar su posición desde el puesto de mando de una entidad deportiva para conseguir parabienes político-económicos. Esto ha venido produciendo una burbuja alimentada por un gasto superior al ingreso, un continuo maquillaje de cuentas y una inexcusable permisividad de las autoridades políticas, económicas y deportivas que, sólo en España, con su actitud de mirar para otra parte, ya "obligó" en 1992 a hacer "tabla rasa" con la deuda por entonces arrastrada en el equivalente hoy a 172 millones de euros (y que nos "comimos" todos los españoles). Esa conversión, lejos de servir para algo, ha conducido a una deuda actual estimada de unos 5.000 millones de euros, que llevará más pronto que tarde a la desaparición de entidades históricas, salvo que nuevamente las autoridades políticas vuelvan a cometer el error del 92.
  • una utilización político-partidista por parte de cada corporación local o gobierno autónomico de turno, que lo usa o lo sufre -según el caso- como arma arrojadiza contra -o por parte de- el resto de agrupaciones en la oposición.
  • la violencia, que se ve atraída por estos espectáculos de masas como las moscas a la miel, y que en muchos casos está amamantada desde las mismas cúpulas directivas de las entidades deportivas.
Los tres puntos son muy importantes, pero el último es el que motiva esta entrada y viene a cuento por la noticia aparecida hoy de que el Juzgado de Instrucción nº1 de Gijón acaba de archivar la causa por una brutal pelea acaecida en los alrededores del Estadio del Molinón (Gijón) entre ultras del Sporting de Gijón y del Génova antes de un partido amistoso hace dos veranos, en el que aparecieron bengalas, mástiles, palos y bates de béisbol.

En la información se recoge el sobrecogedor video de cómo se patea en la cabeza a gente en el suelo. El juez Juan Laborda no considera probado que la treintena de personas que en su día fueron detenidas participaran en ese terrorismo callejero, alegando que las identificaciones no fueron realizadas de manera justificada. Las imagenes en video que recogen la inusitada violencia fueron grabadas por un policía fuera de servicio. Parece que las pormenorizadas pesquisas policiales de los días siguientes con las pertinentes detenciones no han servido de nada. 

Este tipo de personajes violentos, suelen estar fichados por la policía, y son numerosos los casos en los que se les prohibe durante tiempo el volver a pisar un estadio de fútbol. Sin embargo, las entidades deportivas y/o políticas facilitan acceso (entradas pagadas, viajes subvencionados, etc.) y hasta permiten disponer de locales en sus instalaciones a estos terroristas callejeros que están conduciendo al fútbol a un espectáculo bochornoso, y que de hecho ya impide que las familias puedan ir tranquilamente a pasar una tarde de fútbol con sus hijos pequeños por la intranquilidad de lo que pueda pasar.

Estos personajillos, tan valientes en grupo como tan cobardes en solitario, son sobradamente conocidos por porteros, personal de seguridad privada y por policía local y nacional. Los dirigentes mejor harían en prohibir tanto su pertenencia a la masa social de la entidad como el acceso a las instalaciones, y las autoridades políticas, judiciales y policiales, mejor estarían llevando a rajatabla la legislación ante este terrorismo de mercadillo. Así, otro gallo nos cantaría. Y este comentario es válido para la totalidad de entidades deportivas futbolísticas, aunque en este caso viene ilustrado por este incidente en Gijón. El video, a continuación:


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