lunes, 17 de febrero de 2014

Nos jugamos el futuro. Se necesitan medidas urgentes para el uso de la tecnología en la Educación



El verdadero retraso educacional, el gran lastre que vamos a arrastrar durante decenios, no se fundamenta solo en recortes o en reformas y contrarreformas ministeriales que ni cuajan por tiempo ni, cuando lo tienen, cuajan por efectividad. Pelearse por el nombre o contenidos de una determinada asignatura, pelearse por el porcentaje de clases que se deben impartir entre los idiomas co-oficiales en España, siendo importante (incluso lamentable, diría yo) es casi ínfimo con respecto al verdadero problema que se avecina: la creciente brecha tecnológica.

Abunda la falsa creencia que nuestros jóvenes y niños, como "nativos digitales" que son, serán capaces de sacarnos de la crisis por la que nos vemos azotados y de la que todavía queda mucho camino por recorrer. Abunda el error de que ellos serán capaces de sustituir con éxito a las generaciones ahora "cuarentañeras" (o más) por el mero hecho de que nos asombramos porque uno de nuestros críos sea capaz de coger un teléfono o tableta entre sus manos y abrir aplicaciones, o porque vemos a los chavales todo el día con la vista puesta en el móvil de última generación "moviéndose" por las redes sociales.

Estamos, una vez más, equivocados, y no queda mucho tiempo para rectificar (estos años de dificultades deberían ser fundamentales). 

Maestros y profesores desmotivados, y un déficit tecnológico en la educación verdaderamente aterrador son elementos de lastre formativo muy peligrosos (algunos pensaban que con firmar un acuerdo con Microsoft y comprar portátiles obsoletos para algunas aulas ya habían dado con la piedra filosofal de la formación del futuro....).

En realidad, nuestros jóvenes utilizan muy pocas herramientas y plataformas, con un uso mal planteado que no es más que una evolución simplista de lo que hace unos años eran los SMS o la incipiente mensajería instantánea de los NetMeeting y su posterior Messenger.

El tecleo rápido que les vemos, no hace sino ocultar una enorme falta de ambición y pereza hacia las nuevas posibilidades que verdaderamente ofrece la tecnología. Todo el tiempo que vemos que pasan con sus móviles, tabletas u ordenadores -y pese a que sus mayores, no "nativos tecnológicos" les pudiera parecer lo contrario- no les elimina de la lista de los iletrados tecnológicos. Creemos erróneamente que el mero hecho de haber nacido en esta época y tener al alcance determinados dispositivos aseguran un éxito en el buen uso de la tecnología... pero nada más lejos de la realidad.

El idioma es importante y el contenido de las asignaturas también, pero mientras nuestros políticos se pelean en esos dos únicos campos, la no incorporación "real" del aprendizaje tecnológico como elemento vertebrador en la formación tanto de alumnos como en un obligado reciclaje continuo de los docentes, así como la falta de motivación en unos y otros, nos están conduciendo hacia un peligroso abismo, el de la utilización de la tecnología como mero instrumento de cotilleo (cuando no para el acoso) pero no el de su uso para el futuro profesional y vital.

El peso del lobby editorial para con unos libros de texto (que en bastantes ocasiones ofrecen toda una serie de "doctrinas" de dudosa calidad) es una rémora de la que deberíamos habernos desprendido ya hace tiempo, y la medida de la compra de los rápidamente obsoletos portátiles con sus correspondientes licencias de pago por SO se ha demostrado ridícula ya al poco tiempo de su utilización. 

El profesor debe ser un guía en el camino educativo no un repetidor de contenidos estáticos. Debe saber canalizar y dar salida a las inquietudes de sus alumnos, pero ¿cómo va a trasladar a sus alumnos algo en lo que él no cree o algo en lo que no se forma?. Si seguimos pensando que el conocimiento que en la actualidad necesitan nuestros jóvenes se encuentra empaquetado en un determinado libro estamos cometiendo una irresponsabilidad. 

Nuestros hijos deberían estar aprendiendo ya que el conocimiento está en la Red, y el profesorado debería estar dedicando sus esfuerzos a enseñarles a moverse en esa ámbito, a saber buscar y localizar el conocimiento, a "construirlo", a comentarlo y a compartirlo. Y es que, los críos, a partir de 4º de Primaria, se aburren soberanamente con este pobre concepto educacional tardo-franquista que todavía se utiliza en nuestras aulas. 

Pero esto tampoco quiere decir que la solución consista en sustituir el tradicional libro de texto en papel por uno electrónico estático con algunas animaciones y colorines que les permita a algunos seguir cobrando (y a precio más elevado aún) por seguir haciendo lo mismo. Eso tan sólo se ganaría en descanso para la espalda por eliminar peso de las mochilas de los chavales, pero para nada más. Con lo que hay que acabar de una vez es con el "concepto" del libro de texto.

En la práctica, se está sosteniendo el negocio de una serie de editoriales que presionan para que los centros educativos obliguen a los padres a adquirir unos libros que -también de forma obligatoria- deben cambiar cada año bajo el pretexto de tener que realizar algunas actualizaciones. 

La metodología no solo no está siendo la adecuada, sino que en este siglo XXI resulta ya absolutamente perjudicial. Debemos centrar los esfuerzos primero en la alfabetización digital de los profesores para que luego se pueda transmitir a nuestros hijos, para que éstos puedan prepararse de la forma "necesaria" para su futuro profesional. Pero para ello se necesita otra "política" educativa y desempolvar el elemento de interés vocacional que les llevó (o debiera haber llevado) al puesto que ahora ocupan.

Mientras tanto, mientras tengamos a un profesorado desmotivado, desconectado de la Red, que prefiera creer que el libro de texto es la solución perfecta para no tener que preparar nada y poder sentarse cada día en sus clases con tranquilidad; al que le importa un pimiento que tenga alumnos que destaquen en algunas cosas y otros en otras porque en realidad él sólo está trabajando durante un horario y calendario determinado... Mientras prefiera pensar que el final de su jornada laboral está solo a unas horas, mientras no exista una conexión más directa con las familias (algo que proporciona la Red) y mientras piense que los chavales van progresando en la evolución tecnológica por su cuenta..., y mientras la principal preocupación está pasando a ser cómo eliminar la posibilidad de las chuletas electrónicas y la utilización de dispositivos no autorizados en los exámenes, mal vamos... muy mal.

Seguir pensando que ese tecleo rápido y nervioso de los chavales sobre la pantalla táctil de su teléfono sea una señal reconfortante de progreso formativo y que ello les acerque en posibilidades futuras a puestos en la NASA es tan ridículo como irreal e irresponsable. 

El reciclaje tecnológico es imprescindible porque buena parte del profesorado se encuentra ya en la actualidad en total "fuera de juego" con respecto a sus alumnos. Y si no ponemos remedio a eso, el futuro que se aventura es altamente preocupante.

Y este es el momento... que estamos desaprovechando, y que nos va a costar muy caro. Demasiado.

Pero claro, si todo esto depende, fundamentalmente, de quienes mandan, y ellos son los primeros iletrados digitales, ¿qué podemos esperar?.




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