lunes, 29 de abril de 2013

Redundamos en el fracaso -gestor- escolar.



Veo, sin ningún asombro por otra parte, que acaban de aprobar en nuevo calendario escolar asturiano para el próximo curso 2013-2014, y como no podía ser de otra manera, seguimos sin aprender. Continuamos por el mismo camino de la equivocación. 

Críos cuya formación y aprendizaje se anquilosa desde mediados de junio hasta mediados de septiembre, y por supuesto, una retahíla de fiestas, celebraciones y regocijos que trufan, como año tras año, cada curso escolar. 

Como tengo amigos docentes y saben de la valoración que hacia su profesión (una de las más importantes junto a la medicina y la investigación) y de mi apoyo hacia algunas situaciones que les afectan, tales como la absoluta retirada de autoridad frente a alumnos, la falta de diseño y organización educativa a nivel de gestión política, etc., etc., conocen bien que no tengo hacia su colectivo más que preocupaciones compartidas y el deseo de que puedan cumplir con su labor dentro de las mejores condiciones posibles. Sin embargo, también saben de mi posición hacia una buena serie de cuestiones que me parecen sangrantes (aunque ellos, y yo lo entiendo, no lo ven así).

Día del profesor. Y en mi supina ignorancia me pregunto ¿pero el profesorado no podría darse por celebrado el 1 de mayo como el resto de trabajadores?. 

Carnaval, para cuya celebración, además de las que se hacen en cada localidad, se organizará un desfile que -curiosamente- no se realiza en esos días de Carnaval (¡qué ocurrencia!), sino que se hará el viernes anterior, (y por la mañana) lógicamente. 

Al igual que Navidad, cuyo festival se realizará, lógicamente, el día antes de las vacaciones, (y por la mañana) lógicamente.

El festival fin de curso, se hará también el día que acabe el curso, (y por la mañana) lógicamente, ya que la principal preocupación es que los peques disfruten viendo que sus familiares van a verles actuar... 

Y seguramente se nos escapa algún puente más... Y todo esto sin entrar en eso que se suele venir llamando "conciliación de la vida familiar y profesional", que tiene gran sonoridad en ciertas bocas, curiosamente en períodos electorales, pero que, como todas las palabras, siempre se lo termina llevando el viento.

¿Y todavía hay quien se extraña que desde fuera se nos vea en el polo opuesto a lo que se entiende como buena productividad?. 

Y eso sin hablar que seguimos padeciendo una educación con unas formas apenas diferenciadas del tardofranquismo, involucionadas porque los principales partidos políticos han sido incapaces en treinta y cinco años de lograr un acuerdo educativo, por lo que nos vemos abocados a unas formas apegadas a obsoletos libros de texto (aunque eso es algo que alegra al lobby editorial), con agotadas y aburridas fórmulas didácticas, y en la que las nuevas tecnologías apenas se reducen a ineficaces dispendios en portátiles que en la mayor parte de los casos ya están obsoletos, cuando no averiados sin poder repararse, y además ¿para qué? ¡si se sigue bajo el paraguas de la dictadura editorial que además impide la reutilización de libros en un elevado porcentaje de casos!.

¿Y nos quejamos de los gestores que tenemos? Pues preparémonos para los que vienen a continuación porque son los que recientemente y todavía en estos están pasando por esta máquina de triturar mentes que hemos venido llamando Educación y Cultura en nuestro país.


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