sábado, 4 de octubre de 2014

El puente de la Llomba en el aletargado panorama cultural asturiano


Hace algo más de un año, entre diferentes vecinos de Lue, se decidió que podía ser interesante recuperar el puente altomedieval de la Llomba. La Asociación Vecinal lo asumió como propio. Se contactó con una arqueóloga y se comenzaron las acciones para conseguir los fondos necesarios. Las administraciones alegaron que no podían destinar fondos. Se emprendió una campaña de micromecenazgo por Internet para conseguir unos mínimos fondos mientras algunos vecinos se comprometían como mano de obra para los trabajos, y se apareció en los Medios, como por ejemplo se reflejaba aquí y aquí.  

Una parte del pequeño pueblo entendió que no resultaba interesante acometer ese proyecto, porque hay otras prioridades. Finalmente, la dejadez de unos, la falta de interés de otros y el cierre del proyecto de crowdfunding anticipado, sin aviso y de forma unilateral por parte de la web, dejó la idea en suspenso, a la espera de nuevas posibilidades que todavía no aparecen. 

Poco después, y por razones que no vienen al caso, un servidor abandonó la Asociación. Desde entonces no se conoce actividad alguna de la misma (por cierto, en vísperas de elecciones, momento por excelencia para las solicitudes y exigencias a las administraciones correspondientes), se dejaron de actualizar las informaciones de su blog y redes sociales, y no se ha visto nada nuevo en el pueblo sobre todas esas prioridades que en teoría estaban por delante de la recuperación del puente de la Llomba .

Por tanto, ni puente ni nada. Y así, nos va. El retrato que Clarín hacía del Oviedo de hace dos siglos en su imaginada Vetusta de La Regenta, resulta totalmente traspolable a los Lue, Oviedo, Asturias y España de hoy en día: 

"La heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles. Cual turbas de pilluelos, aquellas migajas de la basura, aquellas sobras de todo se juntaban en un montón, parábanse como dormidas un momento y brincaban de nuevo sobresaltadas, dispersándose, trepando unas por las paredes hasta los cristales temblorosos de los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pegado a las esquinas, y había pluma que llegaba a un tercer piso, y arenilla que se incrustaba para días, o para años, en la vidriera de un escaparate, agarrada a un plomo.

Vetusta, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacía la digestión del cocido y de la olla podrida, y descansaba oyendo entre sueños el monótono y familiar zumbido de la campana de coro, que retumbaba allá en lo alto de la esbelta torre en la Santa Basílica."

Y mientras por aquí no valoramos lo que tenemos (porque en realidad ni sabemos lo que tenemos) por ahí recogen la idea y hasta la presentan en Congresos en forma de ponencia, y se publica... y todavía hay gente que dice esos comentarios de "Es que vaya patrimonio cultural que tenéis por Asturias..., menuda suerte...". Sí, la suerte de que todavía quede algo en pie. 

Recuperar y mantener el legado histórico y cultural que nos han dejado, para poder traspasarlo a las siguientes generaciones, y su utilización como reclamo del turismo cultural que recibe la región es lo mínimo que las Administraciones deberían hacer. Mientras, fondos y fondos para edificaciones de dudosa necesidad y rentabilidad (salvo para algunos, seguramente).

Y es que no sabemos lo que tenemos, pero sí tenemos lo que nos merecemos.






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