lunes, 11 de febrero de 2013

Esa mirada triste de Daniel Moyano


Daniel Moyano (1990) (foto de José Luis Nieto) 

Dejar un diario de a bordo como los indios de mi provincia, ya desaparecidos, dejaron petroglifos. Dejar sobrevivencias, para eso sirven las palabras.
(De Libro de navíos y borrascas).


La foto que encabeza esta entrada fué realizada en 1990 por mi amigo fotógrafo José Luis Nieto, en blanco y negro, al que agradezco que en su día me regalara una copia de la misma, y que en su día escogí para formar parte del libro "Teatro Campoamor: un siglo de Cultura" (1992). La tengo considerada, entre todas las que he podido ver a lo largo del tiempo, como "la foto" de Daniel, la que puede resumir toda una vida, la que recoge en un momento mágico toda la esencia de Moyano en su mirada, esa mirada triste a la que tanto aludo.



Volver (Alfredo Le Pera y Carlos Gardel)
Suele decirse que nadie muere del todo mientras haya alguien que le recuerde. Han pasado ya más de veinte años desde el fallecimiento de Daniel Moyano  (Buenos Aires 1930 - Madrid 1992), uno de los grandes literatos hispanoamericanos del siglo XX, el mejor "de los menos conocidos", a quien tuve el gusto de conocer y el honor de tratar. 

Fontanero y albañil de oficio, alma de músico y genio de escritor, hace unas fechas subía a este blog una entrada a modo de relato-cuento dedicado a su figura. Para quienes le conocieron y disfrutan trayéndole a su memoria, y para quienes no lo hicieron, pero sienten curiosidad por conocer quién ha sido/es (quien deja obra, y se mantiene en la mente de alguien, perdura siempre) este escritor,  sirva esta entrada para dar a conocer mejor a la persona y su obra, y, a modo de pistas para quienes quieran introducirse en la lectura de alguna de sus publicaciones. Por el medio se encuentran salpicados enlaces a algunos de sus relatos, que recomiendo leer.

Moyano es, sin ninguna duda, el mejor escritor hispanoamericano del grupo de los "menos conocidos", en el que injustamente se ha visto integrado por la sistemática indiferencia que la crítica de este país le ha regalado tanto en vida como tras su desaparición. 

Y de todos ellos (los más y los menos conocidos), sin ningún género de dudas, era el mejor contador de historias (me refiero a contarlas en persona, viva voz), tal y como han reconocido las voces más prestigiosas de las letras en español (Cortazar, Roa Bastos, Benedetti, etc.). Moyano podía narrar una y otra vez la misma historia sin que por ello perdieras la fascinación por la misma. Interpretaba y reinterpretaba cuentos que en algún sitio había escuchado aportándoles su particular visión y música. Curiosamente, quien busque sus referencias, no las encontrará entre los escritores argentinos, sino en los Kafka, Pavese, Rulfo, Rilke,... En realidad a Moyano no le gustaba fotocopiar la realidad, sino mostrarla tamizada a través de sus sentidos, enredándose en situaciones casi inverosímiles.



Su colega y amigo, Mario Benedetti, días después del fallecimiento de Moyano, glosaba así la figura de éste, coincidiendo enormemente con el resto de personas que le conocimos.






Moyano con García Márquez en 1968
Daniel Moyano con Julio Cortazar 

Moyano y Bioy-Casares



En la Argentina anterior al golpe de Videla de 1976, Moyano estaba siendo reconocido como uno de los tres mejores narradores argentinos vivos. Había sido premiado en 1957 por su "Artista de variedades", y su obra "El Oscuro" (premiada con el Primera Plana Suramericana en 1968), era una de las tres obras de la década. El mismo Julio Cortazar le consideraba el mejor contador de historias de su generación. Luego vino el exilio y con él, el olvido, y en España, la indiferencia. El propio Ernesto Sábato manifestó en diferentes ocasiones su extrañeza porque ninguna editorial española se interesara por la obra de Moyano, lo que por fin comenzó a animar a diferentes editores (en 1985 se editaba "Libro de navíos de borrasca"), lo que no a los críticos.


Pero como suele suceder, lo que aquí no te reconocen, lo hacen fuera, y así, en 1985, recibía en París el Premio Juan Rulfo por "El halcón verde y la flauta maravillosa", lo que supuso el definitivo espaldarazo anímico (y económico) para los que serían sus últimos años de vida. En 1990, el Ministerio de Educación Francés impuso como lectura obligatoria en sus colegios el "Libro de navíos y borrascas" y ese mismo año recibía en Buenos Aires el premio Boris Vian por "Tres golpes de timbal".

A Daniel le escuché antes de leerle, y le leí antes de tratarle. Me encontré por primera vez su sonrisa triste una ovetense tarde de mayo de 1988. En la ciudad se celebraran los encuentros literarios "Narrativa 80". Más adelante comprendí que, desde su llegada en 1976 como exiliado a España,  de las escasas alegrías que disfrutaría, la mayoría de ellas tenían relación con esta ciudad: sus viajes hasta aquí, los talleres creativos literarios, el reencuentro con algunos colegas suyos en las ediciones que sobre Literatura Hispanoamericana se realizaron por aquellos años... Sin duda fue en sus últimos años de vida y en Oviedo, donde Moyano re-encontró por momentos al Daniel que se había quedado extraviado en La Rioja.

Nuestro trato se hizo más intenso a partir de 1989. Daniel había sido requerido en aquellos días por la añorada Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo para realizar un taller de creación literaria y apenas unos segundos bastaron para que me decidiera a inscribirme. Fueron aquellos unos años de mucha actividad cultural en la ciudad, a todos los niveles. Oviedo, "capital mundial" bastantes veces de muchas cosas, pero casi siempre disuelta como azucarillo por no saber aprovechar los caminos que primero tanto costaba abrir. Como en otros lugares, la desasosegante costumbre política de arrasar con todo lo precedente... En fin... En aquellos años se dió la paradoja de que tan poco se hizo por la ciudad como urbe, como tanto se hizo por la Cultura (ciclos de cine, de jazz, exposiciones, encuentros literarios, etc., etc.). Aquel fue dinero verdaderamente bien invertido en Cultura. Por el mismo precio o mucho más, en la actualidad se hacen cosas que ofrecen mucho menos.

En concreto, inolvidables fueron las ediciones de Encuentros Literarios, de las que especialmente recuerdo dos, recién comenzados los 90', sobre Literatura Hispanoamericana, y en los que gracias a la intermediación de Daniel, pude charlar personalmente con personajes tan admirados por mí como -de no darse las circunstancias- inalcanzables, tales como Adolfo Bioy Casares, Augusto Monterroso, su mujer Bárbara Jacobs, Mario Benedetti, Arturo Azuela, Julio Ramón Ribeyro, Juan José Saer, Jorge Edwards,... De los cuales, en este momento -y esperando no me falle la memoria-, salvo Jacobs y Edwards, la Ley de Vida, tantas veces injusta, pero siempre inexorable, ya nos los ha ido arrebatando.


Recuerdo a Daniel en el edificio de La Granja, en el Parque San Francisco, con su inolvidable flequillo revoltoso y su inseparable chaqueta de cuero marrón y su jersey gris de espigas. Desde el primer instante aquel me pareció un tipo singular ("Soy típico argentino, o sea una mezcla, en mi caso de abuelo italiano, madre brasileña y padre medio indio") y una de esas pocas personas que te llegan muy adentro desde el primer instante. En aquel momento ninguno podíamos imaginar que nuestra amistad tan sólo duraría algo menos de tres años, y aunque limitada a los talleres literarios, los Encuentros literarios, algunas largas parrafadas de cafetería y algunas llamadas telefónicas, lo suficientemente intensa como para que pasados veinte años, mantenga muy frescas aquellas conversaciones y las vuelque aquí ahora como si de exorcizar algún demonio se tratara.

En aquellas largas parrafadas hablábamos de casi todo lo divino y de lo humano, y -muy por encima- de alguna amargura que lloraba por dentro. El alcohol dicen que ahoga las penas, pero las de Daniel, por desgracia, sabían flotar y nadar. De aquellas cosas de las que hablábamos, de su vida y sus circunstancias, trata esta entrada, en la que explico algunas de las claves que aparecían en el relato-cuento anteriormente aludido "El albañil metido a cuentista".

El ruido de sables que Moyano decía haber escuchado en el vientre de su madre, era el término que solía emplear al referirse al golpe de Estado que, un mes antes de su nacimiento, derrocaba a Hipólito Yrigoyen. Como le dije desde el primer momento, le entendía perfectamente; a mí me pasó lo mismo, a otro nivel afortunadamente, con El pequeño tamborilero.
Finca de Los Espinillos. Falla y Che Guevara
Los mencionados y verídicos "asaltos" al jardín de Manuel de Falla con Che Guevara los recogió en Unos duraznos blancos y muy dulces.

Sus trabajos periodísticos, así como alguna de sus obras, como la premiada "El Oscuro" supusieron que fuera visto de forma incómoda por diversos sectores argentinos. De aquella época data "Cantanta para los hijos de Gracimiano", uno de los escritos de los que estaba más orgulloso Moyano, aunque uno de los relatos más tristes, desoladores y desgarradores que jamás se hayan escrito. En la emisora local, donde leían diariamente capítulos de sus obras, recibieron amenazas de bomba si continuaban con las lecturas. Al producirse el golpe de Estado, fue inmediatamente detenido sin argumentación alguna, y sus obras, junto a las de Cortazar y Neruda fueron sacadas de la Biblioteca y quemadas en el cuartel militar.

Argentina. Golpe de Estado. Videla. 1976.

El pajarito que cada día a la misma hora veía posarse sobre la misma teja a través de la rendija de su celda de castigo lo reflejó en "El Trino del Diablo".

Tras su puesta en libertad, y conociendo que iba a volver a ser encarcelado, puso rumbo a España, donde malvivió para dar alimento a su familia, pasando cinco largos años sin poder escribir ni una sola palabra.

La tía Lila fué el primer relato que escribió para salir de la sequía creativa que padecía desde su salida de Argentina, y lo hizo forzado por su amigo médico y pintor Osvaldo Gomáriz, quien le encerró con él en la buardilla de su casa hasta que escribiera algo coherente. En un momento de desesperación e impotencia, su amigo le "prestó" a su tía Lila, sobre la que Moyano se puso de inmediato a escribir, de forma que creó una historia de una sentada, en menos de tres cuartos de hora y sin correcciones, que ha pasado a ser uno de sus cuentos más celebrados y su reencuentro con la creación literaria.

El manuscrito al que aludí, enterrado y desaparecido, que tuvo que ser re-escrito ya en España es "El vuelo del tigre", que fué editado en 1981 aunque por rebeldía no quiso que la fecha figurara en la edición.

Su alma de músico (había sido profesor de violín en el Conservatorio de La Rioja y concertista de viola), le venía de familia, no en vano su abuelo tocaba el acordeón, su padre la mandolina y, ahora su hijo Ricardo toca la guitarra. Durante aquellos años en Oviedo nos recordaba de continuo que en el sonido de las campanas del Edificio de la Caja de Ahorros -cuando a las horas en punto sonaba el himno asturiano "Asturias Patria Querida"- faltaba una nota: "Fíjate bien -decía- ... Turias Patria Querida, falta la primera...". Esa musicalidad la trasladó al papel, y así siempre concedió una gran importancia a la sonoridad de sus palabras, que reconocía leer en voz alta para escucharlas previamente al visto bueno. Otra prueba de ello son los títulos de algunas de sus obras, como "El trino del diablo", "Tres golpes de timbal" o "Silencio de corchea".

Las cuartillas a las que yo me refería en mi relato, y que nunca continué, y hasta extravié, tienen relación con uno de sus talleres literarios, en el que yo me inscribí, no por la convicción, ni la intención ni la necesidad de escribir, sino en aquel tiempo, por simple gusto. Contenían unas poesías libres que escribí la noche en que comenzaba el ataque aliado para la liberación de Kuwait en enero de 1991. A la tarde siguiente debíamos leer cosas de nuestra propia cosecha y aquellas cuartillas sonaron en la sala en medio del silencio, y el gesto de su cara mutó en una emoción que en principio creí ficticia, un educado cumplido. Con el tiempo y su posterior insistencia y persistencia, comprendí que su valoración era real, aunque siempre lo he tenido como halago exagerado. Pero aquel no era todavía el momento de escribir ni contar nada.... Sin embargo nunca se me han olvidado sus palabras: "Sé lo que es tener esa sensación, y por eso también te digo que habrá un día, más tarde o más temprano, en que de repente, sentirás que eso cambia... momento que no deberás desaprovechar".

Madrid, ciudad que primero entendió como "impuesta" y luego asumió como ciudad "real", pudo haber sido nuestro último punto de encuentro. Pero no fué así y ya no hubo otra ocasión. En julio de 1992 se fué, dejando un legado que en justicia debería recuperarse.

Para combatir ese olvido, Oviedo le dedicó hace una década una calle en la ciudad, que se encuentra en el barrio de La Corredoria, y hace unos meses, su familia donó a la Biblioteca del Campus de Humanidades el archivo-legado literario, ocasión que se aprovechó para rendirle un homenaje al que lamenté no asistir por encontrarme fuera. Al menos ya existe un lugar en el que poder acceder a sus manuscritos, borradores, correcciones, etc.). Aparte, los trabajos periodísticos de Moyano se encuentran en las hemerotecas argentinas de diario Clarín, El Independiente, y, tras la venida a Europa, en el diario Liberación y en el suplemento cultural La Esfera de El Mundo.

Daniel Moyano. Video-homenaje.

Las alas del tigre (trailer). En producción. Audiovideoteca argentina.

Para quien esté interesado, se incluye la bibliografía de Moyano a continuación, entre la que se incluyen dos obras editadas de forma póstuma, "Dónde estás con tus ojos celestes", que acababa de finalizar poco antes de su fallecimiento y "En la atmósfera", novela corta o "nouvelle" que había sido escrita entre 1984 y 1987 y que acaba de ser publicada hace un par de meses en Argentina.


"Artistas de variedades". Cuentos. Daniel Moyano, Editorial Assandri, Córdoba, 1960.
"El rescate". Cuentos. Daniel Moyano, Burnichón Editor, Buenos Aires, 1963.
"La lombriz". Cuentos. Daniel Moyano, Nueve 64 Editora, Buenos Aires, 1964.
"Una luz muy lejana". Novela. Daniel Moyano, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1966.
"El fuego interrumpido". Cuentos. Daniel Moyano, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1967.
"El monstruo y otros cuentos". Cuentos. Daniel Moyano, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1967.
"El oscuro". Novela. Daniel Moyano, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1968.
"Mi música es para esta gente". Relatos. Daniel Moyano, Monte Ávila Editores, Caracas, 1970.
"El estuche del cocodrilo". Cuentos. Daniel Moyano, Ediciones del Sol, Buenos Aires, 1974.
"El trino del diablo". Novela. Daniel Moyano, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1974.
"El vuelo del tigre". Novela. Daniel Moyano, Editorial Legasa, Madrid, 1981.
"La espera y otros cuentos". Cuentos. Daniel Moyano, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1982.
"Libro de navíos y borrascas". Novela. Daniel Moyano, Editorial Legasa, Buenos Aires, 1983.
"Tres golpes de timbal". Novela. Daniel Moyano, Editorial Alfaguara, Madrid, 1989.
"Un silencio de corchea". Relatos. Daniel Moyano, Ediciones KRK, Madrid, 1999.
"Dónde estás con tus ojos celestes". Novela. Daniel Moyano, editorial Gárgola, Buenos Aires, 2005.
"En la atmósfera". Nouvelle. Daniel Moyano, El Mensú Ediciones, Villa María, Córdoba, 2012.

En España llevamos tres reformas educativas en tres décadas, y el nivel educativo ha ido descendiendo de forma preocupante. Cada vez se lee menos y se escribe peor... Ojalá hubiera un Daniel en cada colegio e instituto, en cada Universidad. Cambiar el mundo a base de cuentos, es la utopía por excelencia del genio creativo.

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